Había sido un día de conmoción en la ciudad de Jerusalén. La noche anterior habían llevado a un humilde carpintero de Nazareth ante los tribunales eclesiásticos y gubernamentales y ambas entidades dieron el fallo de «culpable». Los superiores de la sinagoga lo encontraron culpable de haberse llamado el hijo de Dios, culpable de haber quebrantado la ley de Moisés en múltiples ocasiones. Poncio Pilato, el gobernador de Roma en aquella provincia se lavo sus manos, declarando así que él no tenía que ver nada en aquella
decisión pero tampoco hizo nada para impedirla. Pero más haya de todas estas acusaciones …también era culpable de la gran conmoción que causó desde su aparición. Era culpable de:
El día en que se oscureció la tierra (Mateo 27)
Dar vista a los ciegos,
Hacer que los cojos caminaran,
Sanar los cuerpos mutilados de los leprosos,
Llenar el hambre física de multitudes, multiplicando el pan y los peces,
Dando vida a un muerto de tres días,
Cambiar la vida de todos aquellos que se encontraban con él, un Saqueo, ladrón, cambiando en hombre honesto; una mujer con un pasado de cinco esposos, encuentra el agua viva que cambia;
unos hombres toscos, pescadores ahora formaban la futura iglesia primitiva, pescando almas para el reino…
Escogen la muerte más indigna, la muerte de cruz y allí colgando en aquella cruz, con sus brazos abiertos, como abrazando a toda la humanidad, sus ojos elevados al cielo, llegó el momento siniestro donde todos los pecados de este mundo llevó sobre sus hombros.
Su Padre…se apartó de él.
La luz del día se apartó de su rostro…y tinieblas cubrieron la tierra desde la hora sexta a la hora novena.
Tres horas de agonía, de soledad por parte de sus discípulos, su familia y su mismo Padre Eterno…
Allí en ese preciso momento, por su mente cruzaba el rostro y el nombre de cada uno de nosotros…había valido la pena aquel sacrificio a cambio de salvar a la humanidad, a cambio de salvarte a ti y a mi. Es por eso que su Palabra dice,
«Porque de tal manera amó Dios al mundo, que ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree, no se pierda, mas tenga vida eterna.» Juan 3:16
Querido lector, en este día en que la tierra se oscureció tu estabas en el corazón de Dios. Es por eso que en este día te digo que si aún estas en el vicio, en el pecado, en la soledad, en enfermedad, hay esperanza para ti y se llama Jesucristo. Abre tu corazón e invitale a ser parte de tu vida y verás como tu vida cambia al igual que cambio la mía.
