“Guarda el buen depósito por el Espíritu Santo que mora en nosotros.” II Timoteo 1:14
La mayor preocupación de Pablo, quien estaba encarcelado en Roma y a punto de ser entregado a muerte, era guardar lo que Dios le había confiado: el evangelio de la gracia de Cristo.
Pablo había sido el guardián de este “buen depósito” pero
ahora debe pasarlo a Timoteo. En este pasaje vemos esa transferencia de un guardián a otro; de una generación a la siguiente; del apóstol a sus discípulos.
ahora debe pasarlo a Timoteo. En este pasaje vemos esa transferencia de un guardián a otro; de una generación a la siguiente; del apóstol a sus discípulos.
Observe cómo se lleva a cabo. No es la transferencia de un anillo o la batuta de quien conduce una orquesta. Timoteo debe ser depositario de los hechos y de la fe que el Señor había dado primero a Pablo. “Retén la forma de las sanas palabras que de mi oíste, en la fe y amor que es en Cristo Jesús.” Ahora esto se convierte en la tarea de Timoteo, no solo guardar esta fe apostólica cristiana sino también difundirla.
Esta fe, dice el apóstol Pablo, debe ser guardada por el “Espíritu Santo que mora en nosotros” (este “nosotros” no se refiere solamente a Pablo y Timoteo sino a toda la Iglesia).
La protección que se le da a esta fe no es tan solo aprenderla o recordarla con cuidado; consiste ciertamente en eso también pero es especialmente un asunto de confiar en el Espíritu Santo. Solo Él puede llevarnos a Cristo y Cristo a nosotros.
¿Estás tú guardando con celo este buen depósito? ¿Lo estás pasando a tus descendientes? El evangelio de la gracia de Dios no solo lo traspasamos a nuestras generaciones con enseñanzas bíblicas sino también con nuestra buena conducta, dando un testimonio de luz aquellos que aún están en tinieblas.
Preocúpate por ser un buen portador de la Palabra pero aún más vivirla plenamente.
Maritza Cartín
