UN NUEVO ALTAR

“…y él arregló el altar de Jehová que estaba arruinado.” 1 Reyes 18:30
Si algo era importante en la vida religiosa de Israel era el altar.  El pueblo se acercaba a Dios por medio de sacrificios de sangre que se hacían en aquel altar.  Sin este no era posible que un pueblo pecador experimentara el amor y cuidado de Dios.

Elías sabía muy bien todo lo concerniente a este importante altar, él sabía que sin el no había comunión con su Dios. Por esa razón, Elías reedificó el altar y de esa forma invitó al pueblo a confesar sus pecados y volverse a Dios por la fe.  La Palabra de Dios jamás es indiferente con el pecado humano.
Elías edificó el altar con doce piedras. Esto significaba una unidad que debía restablecerse lo antes posible. Diez de las doce tribus se habían separado del culto en Jerusalén y ahora Elías les hace ver que todos ellos eran un solo pueblo de Dios y que debían implorar el perdón por tal división. La Palabra de Dios en el monte Carmelo volvió a reunir al pueblo de Dios con el altar.
La Palabra de Dios une a todos los creyentes en Cristo Jesús, especialmente en el pesebre y en la cruz. En estos tiempos en que se anhela tanto la unidad de las iglesias, debemos obedecer los dictados de la Palabra de Dios. Y esa Palabra nos exhorta a ver nuestros pecados y a buscar nuestra unidad en Cristo, una fe, un Señor y un bautismo. La solución del problema de las divisiones entre las iglesias está en someternos a la soberanía y autoridad de la Palabra de Dios. 

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