Luego puso agua en un lebrillo, y comenzó a lavar los pies de los discípulos, y a enjugarlos con la toalla con que estaba ceñido.
13:6 Entonces vino a Simón Pedro; y Pedro le dijo: Señor, ¿tú me lavas los pies?
13:7 Respondió Jesús y le dijo: Lo que yo hago, tú no lo comprendes ahora; mas lo entenderás después.
13:8 Pedro le dijo: No me lavarás los pies jamás. Jesús le respondió: Si no te lavare, no tendrás parte conmigo.
13:9 Le dijo Simón Pedro: Señor, no sólo mis pies, sino también las manos y la cabeza.
13:10 Jesús le dijo: El que está lavado, no necesita sino lavarse los pies, pues está todo limpio; y vosotros limpios estáis, aunque no todos.
13:11 Porque sabía quién le iba a entregar; por eso dijo: No estáis limpios todos. Juan 13:5-11
En este pasaje, el Señor habla de dos aspectos de la limpieza espiritual. En el verso 10, que es la clave de este pasaje, aquí la Escritura utiliza en la lengua original, dos verbos distintos, lo que permite leer así, “El que está bañado, no necesita sino lavarse los pies…” El Señor se refiere sin duda a dos lavamientos espirituales diferentes.
Se toma como referencia la costumbre de aquel entonces de bañarse en los baños públicos, dado que no existían las comodidades que hay ahora en las casas. Cuando un hombre salía de un baño público se calzaba las sandalias y volvía por los caminos de polvo. Cuando entraba en su casa era un acto de servicio que alguien de la familia, o un esclavo, le trajera una palangana con agua para lavarse los pies; con ello quedaba totalmente limpio, porque su cuerpo había recibido ya un baño.
El baño del cual El habla es el lavado que tiene que tener el pecador cuando por primera vez viene al Señor. La vida cristiana comienza con esta limpieza del corazón del pecador y la Escritura lla a esto la regeneración. Es el perdón, es la completa absolución del pecador.
A esta primera limpieza espiritual le sigue una segunda, “el que está bañado no necesita sino lavarse los pies.” Aquí se refiere al hecho de que el creyente cae en el pecado; se trata de la santificación del que ya es salvo. La primera preocupación de Cristo, antes de ir a la cruz, es la restauración del creyente que ha caído.
“pero si andamos en luz, como él está en luz, tenemos comunión unos con otros, y la sangre de Jesucristo su Hijo nos limpia de todo pecado.” 1 Jn. 1:7
“Y él es la propiciación por nuestros pecados; y no solamente por los nuestros, sino también por los de todo el mundo.” 1 Jn. 2:2
En este pasaje podemos observar que la sangre de Cristo limpia el pecado, en el sentido de que está continuamente limpiando, es decir, se trata de una limpieza constante del cristiano con relación al pecado. Luego la expresión en 1 Jn.1:9 “si confesamos nuestros pecados”, implica también una acción continua.
“Si andamos en luz…” Cuando andamos en luz se iluminan pliegues muy escondidos de nuestra personalidad, que también necesitan ser sometidos a la luz de Dios para ser limpiados. Andar en luz no significa ser un cristiano perfecto. Andar en la luz es cuestión de estar dispuesto a hacer ajustes en la vida, según el Señor lo vaya reclamando.
Los sacerdotes se lavaban los pies y las manos diariamente en el Lavabo. La santificación (ser hechos santos) es un proceso y no algo que sucede de una vez. Tú ya has sido limpio de la culpa del pecado, y ya tienes libre acceso a la presencia de Dios porque aceptaste por fe la expiación de Cristo por tus pecados; pero tus pecados (las caídas en los viejos hábitos del egoísmo, y maldades que uno recoge a través de la vida) necesitan ser lavados diariamente leyendo u oyendo y obedeciendo la Palabra de Dios.
Algunas formas en que la Palabra puede ser usada para limpiar del pecado.
Rom 10:17____Por el oír la Palabra de Dios.
Apoc. 1:3_____Leer, oír y guardar la Palabra de Dios.
2 Tim. 2:15____Usar bien la Palabra de verdad para no ser avergonzados.
Sal. 119:11____Guardar su palabra en nuestro corazón.
Sal. 1:2_______Nuestra delicia debe ser meditar en su Palabra a toda hora.
Que bella es su Palabra y que eficacia tiene en nuestras vidas. ¿Te estás tú lavando diariamente en la Palabra de Dios? Tú vas a darte cuenta que es de mucha ayuda apartar un tiempo especial durante el día para leer y estudiar la Palabra. A la mayoría de las personas les gusta hacerlo de mañana temprano. Mientras tú lees pídele a Dios que te hable como Él quiera y crea más conveniente. Y entonces tú estarás seguro que va a aplicarse el agua de la Palabra con la toalla de la fe y la obediencia. Dios te bendiga. Maritza Cartín

