Esta meditación fue la enseñanza del domingo 5 de mayo en la Iglesia Gosén, Guadalupe, San José, Costa Rica
1 Pedro 1:2
“…elegidos según la presciencia de Dios Padre en santificación del Espíritu, para obedecer…”
Desde el Huerto del Edén hasta nuestros días hemos sido probados para obedecer. Pero ahí mismo en aquel bello Jardín se ejecuta la primera desobediencia del hombre ante su Creador y el pecado (fruto de la desobediencia) se hace parte de la naturaleza caída del hombre y este nos separa de Dios. Por tal motivo una y otra vez a través de las sagradas escrituras somos exhortados a tener una vida de obediencia, de sometimiento, es por eso que el mismo Señor Jesucristo abrió su boca y dijo “Si alguno quiere venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz cada día, y sígame.” Lucas 9:23.
Sí no hay una entrega completa, un negarse a nuestros deseos y viejos hábitos, si no tomamos esa cruz cada día y seguimos las pisadas del Maestro, nuestras vidas se verán envejecidas por las arrugas del pecado.
Todo inicia con la Salvación. Es reconocerle como el Señor de nuestras vidas. Él no se impone, él dice, “si alguno quiere venir en pos de mí”, el no exige, el no amenaza, el solo te da la oportunidad de obedecerle. Él es la puerta para obedecer.
“…si alguno quiere venir…correr, apresurarse en pos de Él. En el Salmo 42 podemos ver al Salmista en una desesperación por llegar a las aguas y sumergirse en ellas:
“Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;”
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;”
Sí tú no tienes ese deseo por obedecer, ese deseo como el ciervo por sumergirse en las aguas, en su palabra, hoy puedes clamar al Señor para que El ponga en ti el deseo por obedecerle.
“…niéguese a sí mismo…” negación al “yo”, rendición completa a Él. Job dijo, “de oídas te había oído pero ahora mis ojos te ven”. Hasta que la venda es quitada, hasta que no le veamos no nos podemos despojar de nosotros mismos.
“…tome su cruz cada día…” Entre más le seguimos, más le conocemos, más le obedecemos y más le amamos. Esto se llama, obediencia por amor.
A continuación veremos a dos personajes bíblicos que nos ejemplifican vidas obedientes y vidas desobedientes.
El primero de ellos es Saúl, por lo que mencionaré algunas características de este varón:
1. Era obediente a sus padres. Andaba buscando unas mulas que se habían perdido de su casa.
2. Fue ungido. 1 Samuel 10:1
3. Dios le mudó (cambió) su corazón 1 Samuel 10:9
4. Profetizó 1 Samuel 10:10
5. Dios estaba con él. 1 Samuel 10:7
6. Era un hombre prudente. 1 Samuel 10:27
Pero así como todos los grandes de la Biblia, la prueba llega a la vida de Saúl y ahí en la prueba es donde se sabe de qué está hecho el hombre. 1 Samuel 13:8 viene la guerra contra los filisteos y Saúl debe “esperar”. La clave de la obediencia es “esperar”.
Hoy en día nos movemos en una época rápida, evangelio rápido y ligero, nadie quiere esperar, todo es ya. Sin embargo, las consecuencias de no saber esperar son muchas. Fracasamos por no esperar, por abrir la boca cuando no tenemos que hacerlo, tomamos decisiones rápidas y sin meditar, tomamos las situaciones en nuestras manos y no consultamos con nuestro Dios. Así mismo le sucedió a Saúl, espero siete días y al final tomó algo que no le correspondía (1Samuel 13:8) y lo peor es que no reconoce que es su culpa si no que culpa al pueblo, como Adán culpó a Eva. No nos hacemos responsables por los errores que cometemos si no que queremos culpar a todos los que nos rodean.
Lamentablemente Saúl nunca reconoció su desobediencia y tuvo un fin muy malo. Su pecado no sólo le afectó a él sino también a su descendencia.
El otro personaje se trata de José. Este varón se aferró a la obediencia desde niño. Fue el preferido por su padre pero el rechazado por sus hermanos. José es tipo de Cristo. Fue acusado injustamente. Sin embargo tuvo el libre albedrío y escogió la obediencia. (Gn. 50:20)
Este es el contraste do dos vidas, el que obedeció y el que no lo hizo.
“Porque no hablé yo con vuestros padres, ni nada les mandé acerca de holocaustos y de víctimas el día que los saqué de la tierra de Egipto. Más esto les mandé, diciendo: Escuchad mi voz, y seré a vosotros por Dios, y vosotros me seréis por pueblo; y andad en todo camino que os mande, para que os vaya bien.” Jeremías 7:22
¿Cuál es la recompensa de la obediencia?
“El que tiene mis mandamientos, y los guarda, ése es el que me ama; y el que me ama, será amado por mi Padre, y yo le amaré, y me manifestaré a él.” Juan 14:21
La recompensa es la revelación de su Palabra, su manifestación en nuestras vidas. ¡Aleluya!
Que al final de nuestros días podamos decir como Pablo,
“He peleado la buena batalla, he acabado la carrera, he guardado la fe.
4:8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” 2 Timoteo 4:7
4:8 Por lo demás, me está guardada la corona de justicia, la cual me dará el Señor, juez justo, en aquel día; y no sólo a mí, sino también a todos los que aman su venida.” 2 Timoteo 4:7
Seamos hombres y mujeres que nos podamos someter a su santa voluntad, siendo fieles y obedientes a nuestro Señor Jesucristo.
