Cuando Jesucristo envió a sus seguidores a hacer discípulos, los doce entendían perfectamente bien lo que tenían que hacer, porque habían sido entrenados durante aproximadamente tres años por el Señor. Si queremos entender de que trata la gran comisión («haced discípulos»), tenemos que ir a la fuente, o sea, ver cómo Jesucristo lo hizo.
Si analizamos la palabra discípulo (griego mathetes) nos damos cuenta que está palabra aparece más de doscientas veces en los primeros cinco libros del Nuevo Testamento. Algunas cosas saltan a la vista:
- Notamos la importancia de las relaciones en el proceso de hacer discípulos,
- acompañado por el énfasis puesto en la instrucción, tanto verbal como a través de la vida compartida del Maestro con sus discípulos.
- También observamos el compromiso requerido por Jesucristo de sus discípulos
- y a la misma vez, las señales que marcan el discípulo verdadero de Cristo.
Al final de su ministerio terrenal, Jesús comisionó a sus discípulos para hacer exactamente lo que Él había hecho.
Dios está deseoso que no solo seamos miembros de «x» iglesia o denominación, sino que seamos discípulos comprometidos de Jesucristo. Debe haber una relación entre Maestro y discípulo, una relación íntima con nuestro Señor Jesucristo. Una relación donde seamos receptivos a su sabia enseñanza y nos comprometamos en su obra para que el mundo pueda ver las señales de Cristo en nuestras vidas.
continúa…
(Manual El Discipulado, INSTE)