HABITAR EN EL

“El Señor ha escogido a Sión, el lugar que Él quiso para habitación. Este es mi lugar de reposo para siempre; aquí yo moraré, pues la he deseado.” Salmo 132:13-14
Que bella promesa! El Señor Dios, que se llama a sí mismo Esposo de su pueblo escogido, proclama esas bellas palabras. Aquí Jesús hace la misma promesa cuando dice a su amada esposa, el alma que le ama: “Al que me ama, mi Padre le amará…”; vendremos a él y haremos con él morada” Juan 14:23
El Señor está buscando un lugar, un corazón donde habitar, un alma donde pueda hacer morada.
En Juan 14 Jesús nos dice que Él quiere morar en el alma que le ama. Es el amor lo que le atrae y le lleva a morar en tal corazón. ¡Que maravilloso propósito! Es el amor lo que le mantiene allí. Este amor no es de sentimientos, sino de una unidad de voluntad con El. Esto significa que nuestros corazones deben estar constantemente inclinados a Él. Es el amor decidido y dedicado. Por tanto, es un amor que nos une estrechamente a Él.
Sin embargo, podemos desasirnos de aquel que se inclina hacia nosotros y esto puede dar como resultado el que Él se aparte de nosotros. Él vive sólo en los corazones que le aman; es allí donde dice que desea habitar.
Amarle significa darle el primer lugar. Significa que Él es nuestro más alto bien. Nuestros corazones están, de un modo general, inclinados hacia Él; pero debemos velar y estar muy alerta, no sea que los placeres y goces de este mundo nos venzan.
La cámara más reservada de nuestro corazón es el lugar donde El habita y ninguna de las cosas que nos interesan debemos permitir que penetren en este santuario donde Él vive y reina.
Debe ser un lugar inviolable ante todo lo que podría estorbarnos. Debe permanecer en paz, porque el que vive allí es paz en Sí mismo.
Toda verdadera esposa de Jesús debe hacer de su corazón un santuario. Su mayor gozo es que Él ha prometido morar en los corazones de lo que le aman.
Él no quiere dejar que seamos gobernados por nuestras tribulaciones, cuidados, temores; ni por las cosas de este mundo. Él no quiere que seamos como la Iglesia de Éfeso.
“Yo conozco tus obras, y tu arduo trabajo y paciencia; y que no puedes soportar a los malos, y has probado a los que se dicen ser apóstoles, y no lo son, y los has hallado mentirosos;3 y has sufrido, y has tenido paciencia, y has trabajado arduamente por amor de mi nombre, y no has desmayado.
 4 Pero tengo contra ti, que has dejado tu primer amor.”

Si queremos habitar en El, nuestra prioridad debe ser amarle antes que todo. Esta Iglesia de Éfeso tenía cualquier cantidad de cualidades, paciente, arduo trabajo, etc. pero para que todo eso si había dejado a un lado “el habitar con su Amado”.

Hoy Dios está tocando y llamando al corazón del hombre. Sólo tú puedes abrir desde adentro e invitarle para que habite dentro de tú vida. ¡Ábrele tú corazón!

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