AÑORANZAS DEL PASADO!


«Me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mi.»

Cuantas veces volvemos nuestra mirada al pasado y añoramos tiempos buenos que pasamos en los caminos de nuestro Señor. Es esa nostalgia que sienten los que una vez en el pasado participaron y ahora no participan de cosas muy buenas como es la vida en una iglesia o templo, de un avivamiento que hubo en x año, del primer amor cuando llegaron a los pies de Jesucristo, etc.
Gran  cantidad de gente  ambula por este mundo sintiendo esa nostalgia tan claramente evidente en el Salmo 42 donde el salmista afirma, «me acuerdo de estas cosas y derramo mi alma dentro de mi». Parece que este poeta tenía memorias de experiencias pasadas y que esas memorias ahora le traen una especie de añoranza o nostalgia melancólica. Este Salmista había vivido preciosas
experiencias en el templo de Dios en la ciudad de Jerusalén pero ahora estaba ausente, alejado de esas experiencias. Era ese recuerdo que lo ponía triste y pensativo; se acordaba de épocas pasadas cuando se unía a la multitud de creyentes y los dirigía a la casa de Dios; se acuerda de la alegría indescriptible que sentía en su pecho en aquellos días especiales; casi como que oye en las cámaras de su recuerdo las dulces melodías de alabanza que elevaban los fieles reunidos en el templo de Dios.
Esa misma añoranza lo lleva a exclamar: «Porqué te abates, oh alma mía, y te turbas dentro de mí?» Y el mismo se da una respuesta y agrega, «Espera en Dios; porque aún he de alabarle, salvación mía y Dios mío.»
¿Se acuerda usted de aquellos días de gloriosas experiencias? Quizás siente esa misma nostalgia allí donde se encuentra en su vida. Se ha alejado de Dios y de las cosas de Dios y del pueblo de Dios. Hay momentos en que sus pensamientos vuelan hacia aquellos días que ahora parecen casi como un sueño…Jesús te encontró, extendió su manto de salvación sobre tú vida y  cambio tus vestiduras de pecado por vestiduras de justicia y santidad…tú vida cambio de la noche a la mañana y pasaste de ser criatura y ser hijo de Dios…ahondaste más en el camino del Señor y él te entregó un servicio, un ministerio, un don para que ejecutes estando en esta tierra. Pero ahora, no tienes mucho o no tienes nada.

Considera tú nostalgia como una bendición, pues Dios quiere que tú te vuelvas a El. El Salmista te quiere hablar en este día pues el mismo se pregunta, porque te abates, oh alma mía y te turbas dentro de mi? La pregunta era sincera. Pero luego transforma su nostalgia en fuerte fe y esperanza del futuro. Sabe que ese futuro no está tanto en sus manos como en las de Dios. Reconoce que sus sentimientos pueden ser dolor pero pone sus ojos en el mismo Dios que un día le concediese singulares bendiciones. Aconseja a su alma inquieta con estas palabras, «espera en Dios; porque aun he de alabarte, salvación mía y Dios mío.»  Sabe que, luego de esas circunstancias pasajeras, pondrá su pie de nuevo en aquel templo donde había sentido tan inmensa alegría.

Usted puede hacer lo mismo. Esa nostalgia santa que ahora siente puede convertirse en determinación clara de volver al redil del Buen Pastor. No sería la primera vez que una oveja del Señor se ha apartado del rebaño y ha ido tras pastos extraños y hasta venenosos. Pero el Buen Pastor esta dispuesto a dejar las noventa y nueve ovejas que están a salvo para ir tras la una que se ha extraviado del redil y se ha quedado en la escabrosa montaña. Jesús te tomará en sus brazos y por valles y montañas, te llevará de nuevo al aprisco de los suyos.

¡Háblele a tu alma! Es bueno hacerlo! Examínate y vuelve al redil.

Deja un comentario