
YO ESTOY PERPETUAMENTE CONTIGO, preocupado por ti. Esto es lo más importante en tu existencia. No estoy limitado ni por tiempo ni por espacio: Mi Presencia contigo es una promesa para siempre. No tienes por qué tener miedo del futuro porque yo ya estoy allí. Cuando des ese brinco a la eternidad me vas a encontrar esperándote en el cielo. Tu futuro está en mis manos. Yo te lo voy entregando día a día, momento a momento. Por lo tanto, no te preocupes por lo que sucederá mañana.
Quiero que vivas este día intensamente, viendo todo lo que haya que ver, haciendo todo lo que haya que hacer. Que la preocupación por el futuro no te distraiga. ¡Déjalo en mis manos! Cada día de la vida es un regalo glorioso pero muy pocos saben cómo vivir dentro de los límites de hoy. Mucha de su energía por una vida abundante se escurre por la línea del tiempo a las preocupaciones de mañana o a los lamentos del ayer. Y la energía que les queda es apenas suficiente para ir renqueando a través del día, no para vivirlo plenamente. Yo te estoy preparando para que, en el presente mantengas tu mirada en mi Presencia. Así es como se recibe vida abundante la cual fluye libremente de mi trono de gracia.
Así que, no os afanéis por el día de mañana, porque el día de mañana traerá su afán. Basta a cada día su propio mal.
—Mateo 6.34
El ladrón no viene más que a robar, matar y destruir; yo he venido para que tengan vida, y la tengan en abundancia.
—Juan 10.10 (NVI)
Presten atención, ustedes que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal o cual ciudad y nos quedaremos un año. Haremos negocios allí y ganaremos dinero». ¿Cómo saben qué será de su vida el día de mañana? La vida de ustedes es como la neblina del amanecer: aparece un rato y luego se esfuma. Lo que deberían decir es: «Si el Señor quiere, viviremos y haremos esto o aquello».
—Santiago 4.13–15 (NTV)