El Ciervo (Salmo 42)

SALMO 42
Mi alma tiene sed de Dios
Como el ciervo brama por las corrientes de las aguas,
Así clama por ti, oh Dios, el alma mía.
Mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo;
¿Cuándo vendré, y me presentaré delante de Dios?
Fueron mis lágrimas mi pan de día y de noche,
Mientras me dicen todos los días: ¿Dónde está tu Dios?
Me acuerdo de estas cosas, y derramo mi alma dentro de mí;
De cómo yo fui con la multitud, y la conduje hasta la casa de Dios,
Entre voces de alegría y de alabanza del pueblo en fiesta.
Y te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.
Dios mío, mi alma está abatida en mí;

Me acordaré, por tanto, de ti desde la tierra del Jordán,
Y de los hermonitas, desde el monte de Mizar.
Un abismo llama a otro a la voz de tus cascadas;
Todas tus ondas y tus olas han pasado sobre mí.
Pero de día mandará Jehová su misericordia,
Y de noche su cántico estará conmigo,
Y mi oración al Dios de mi vida.
Diré a Dios: Roca mía, ¿por qué te has olvidado de mí?
¿Por qué andaré yo enlutado por la opresión del enemigo?
Como quien hiere mis huesos, mis enemigos me afrentan,
Diciéndome cada día: ¿Dónde está tu Dios?
¿Por qué te abates, oh alma mía,

Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle, Salvación mía y Dios mío.


Introducción
Hay tiempos en la vida de los hombres que nos parece que todos los males se acumulan en contra nuestra. Es como una jauría, una persecución sin tregua y tras esto la nube oscura de la depresión nos envuelve. Sentimos que no hay salida y corremos sin rumbo. Es allí dónde podemos decir, “un abismo llama a otro a la voz de tus cascada.” Sal. 42:7

No sabemos a ciencia cierta quién escribió este salmo; sin embargo, creo sin lugar a dudas que en determinado momento de nuestras vidas cristianas seríamos sus autores. La vida de David, el dulce cantor de Jehová a mi parecer el autor de este salmo.

Un héroe nacional al matar aquel inmenso filisteo que cada día insultaba las filas del rey Saúl, retando a un hombre a pelear con él. Aquel jovencito lleno de fe en el Dios altísimo se atrevió a enfrentársele con una onda y cinco piedras escogidas. Y lo mató y llevó ante el rey la cabeza de Goliat de Cat.

Este gesto le valió el amor de un pueblo que cantaba al paso de David y el rey Saúl, “Saúl mató a los miles y David a los diez miles” 1 Samuel 21:11
Esto llenó el corazón de Saúl de celos y empezó una rabiosa persecución contra David; errante anduvo David de desierto en desierto, de cueva en cueva y se miró a sí mismo como un ciervo perseguido por una jauría de perros. Pero el salmista reconoce que nada importa la persecución, que hay una salida. Y no solo para el autor del salmo sino para usted mí querido lector.

La caza del ciervo:
Era aproximadamente el año 1944 cuando por primera vez podía participar de una cacería de venado. Tenía en aquel entonces siete años. Mi padre era un cazador experto y junto con varios compañeros de cacería y nuestros perros tomábamos el tren hacia las montañas secas del Pacífico a la cacería de venado. Eran tiempos de abundancia, cuando el maquinista tocaba el pito una y otra vez para espantar los venados de la línea férrea.

Muy de mañana salíamos el grupo de cazadores y los perros bulliciosos. Siempre había un experto en huellas que era el que llevaba a los perros, pues se encargaba de soltarlos donde las huellas eran más frescas y casi siempre era en un riachuelito pequeño donde bajaban a tomar agua o a la sombra de espabeles donde sesteaban los venados. Cada cazador se iba quedando en un punto determinado en un círculo de kilómetros de donde se soltaban los perros. Yo me quedaba con papá con el corazón que me golpeaba por la emoción de la cacería. Cuando los perros se soltaban, sus ladridos eran inconfundibles, era el lenguaje con que le avisaban al cazador que habían alzado la huella y que pronto verían al venado. Cuando ellos miraban al venado sus ladridos cambian en ladridos largos, diciéndonos con esto que ya tenían al venado y que pronto pasarían con él en cualquier punto donde estaban los diferentes cazadores preparados con sus armas para apuntarle a la presa. La labor de los perros no era alcanzar al venado y herirlo (morderlo) era llevarlo a donde estaban los cazadores, pues ellos sabían donde quedaba cada punto donde estaba preparado el cazador. La jauría hábilmente conducía al ciervo en frente del arma del cazador y el ciervo atemorizado era conducido a la muerte.

El ciervo tiene tres formas de expresión: el zumbido: cuando detecta al enemigo; el llamado para la hembra en tiempo de apareamiento y en tercer lugar hay una expresión de impotencia y desesperación y es cuando brama. Cuando este animal se encuentra acorralado por la jauría, se sube a algún montículo que encuentre, ya sea de piedras o de troncos de árboles y es allí cuando los perros lo rodean mostrándole sus afilados dientes, cuando el ciervo brama, estira su hermoso cuello y emite un bramido de angustia, un bramido de auxilio a lo alto de su Creador.

David se encontraba rodeada por los soldados de Saúl, tiene que huir día con día porque la saña de Saúl lo persigue, es por tal razón que él se compara a un ciervo. El ciervo rodeado, cansado, tomaba aliento por unos momentos y en muchas ocasiones con esa agilidad de baletista, brincaba sobre la jauría y corría en busca de su única salvación, aguas en corriente, un río lo suficientemente profundo para que las aguas corran por sus lomos.

El ciervo corre y le aventaja a la jauría, se mete a las aguas a la mitad del río, avanza por la corriente y luego se orilla, esperando escondido en la fronda. La persecución de los perros que en vano buscan al ciervo han perdido su rastro y el olfato agudo de los perros no detecta al ciervo que buscan desorientados a su presa.

Perseguidos y acechados por el enemigo:
Las aguas han lavado todo rastro del ciervo. Por eso David dijo:
“como el ciervo brama por las corrientes de las aguas, así clama por ti, oh Dios el alma mía.” Sal. 42:1
¿Cuántos de nosotros nos hemos sentido igual que este ciervo, perseguidos por una jauría implacable de conflictos que nos llevan a la desesperación y a la muerte? ¿Cuántas veces miré los cuerpos de los ciervos despedazados en los acantilados de la Roca de Carballo (una roca de unos 150 m de altura que daba al mar) por donde se lanzaban los acosados ciervos por no buscar las aguas en corriente? Satanás siempre tiene un demonio que sigue tus huellas para lanzar sobre ti una jauría de conflictos y tentaciones que te lleven a la desesperación y a la muerte; él estudia tus costumbres, él conoce tus anhelos, tus ambiciones, tus debilidades. Aquello que nadie sabe, el enemigo lo ha detectado, aquellas malas pasiones que te has cuidado que detecten los tuyos, pero el enemigo lo conoce y así será la jauría que pondrá sobre ti.

Las diferentes carnadas para pescar.

En este año fui con mi hijo menor a pescar y me enseño el juego de carnadas que llevaba en una cajita plástica. Esto es muy importante para pescar lo que queramos. Debemos tener carnada correcta. No es lo mismo la carnada para un pez pequeño que para uno grande. Esto mismo hace Satanás con los hombres, usa la carnada indicada para cada debilidad del hombre.

a. Conflictos sexuales (Sansón):
En el libro de Jueces desde el capítulo 13 al 16 encontramos la historia tan conocida de Sansón, un juez de Israel, un hombre carnal que el sexo era su debilidad. Por lo tanto, Satanás puso sobre él una jauría de tentaciones, pero la última fue la más refinada. Dalila, pagada por los filisteos, estudia su presa para llevarlo poco a poco a mortal angustia para poder sacarle el secreto de su fuerza. En Proverbios 7 esta mujer es casada pero viste como una prostituta. En el versículo 12 dice que esta mujer acecha a su victima (“acechando por las esquinas”). La palabra acechanza significa espionaje, persecución llevada a cabo con gran cautela, observando detalladamente a la víctima. En el versículo 21 dice, “lo rindió con la suavidad de sus muchas palabras, lo obligó con la zalamería de labios y al punto se marchó tras ella, cómo va el buey al degolladero.» ¿Cuál fue la jauría que puso Dalila a Sansón? Fueron sus palabras y sus lágrimas. En Jueces 16:16 “y aconteció que presionándole ella cada día con sus palabras e importunándole, su alma fue reducida a mortal angustia y le descubrió su corazón…”

Sansón no clamó por las aguas del Dios altísimo, sino que cayó abatido en las rodillas de Dalila. Este fue el fin del poderoso Sansón, juez de Israel. Dios lo había predestinado para una misión noble para su pueblo. El Espíritu había estado con él en todos los enfrentamientos con los filisteos, pero se dejó seducir por la jauría desbocada de sus sentimientos. ¿Cuántos siervos y siervas se dejan abatir y pierden el plan maravilloso de Dios para sus vidas? En las aguas de su palabra debemos escondernos en tiempos de tentación y ser salvos.

b. Conflictos familiares
Otras veces los conflictos en el hogar con tu esposo o esposa, tus hijos. Y el hombre como es un gran escapista se dice, “hoy hubo un conflicto pero mañana será otro día.” Pero cada día trae un nuevo problema y va llevándote el enemigo a tu muerte y a la de los tuyos. Así como el ciervo se esconde de su enemigo en las aguas, así tú debes meterte a la Palabra y darle solución a tu conflicto.

El cansancio nos paraliza y muchas veces nos entregamos mansamente en manos del enemigo para que él haga lo que quiera con nuestras vidas. ¿Quién no se ha sentido cansado y abatido por los problemas? El Apóstol Pablo dijo a los Colosenses, “fortalecidos con todo poder conforme a la potencia de su gloria, para toda paciencia y longanimidad.” Col. 1:11 Esta última palabra, longanimidad quiere decir, constancia de ánimo en la adversidad.

c. Conflictos económicos, ambición, etc.:
Muchas veces la jauría que pone el enemigo es la ambición. Hace algunos años visitaba una familia en San Pedro Sula, Honduras, quienes muy gentilmente me invitaban a cenar a su casa después del culto. Durante la cena compartíamos y el perro de la casa de al lado labraba incesantemente a lo que yo pregunté qué le sucedía a aquel animal. La hermana de la casa me contó lo que había sucedido en aquella familia. Era una familia conocedora del evangelio y de buena posición económica, pero de repente la vida de esta familia cambió en carros lujosos, viajes exóticos, cosas que no estaban anteriormente en sus posibilidades. Se habían metido en un negocio rápido para ser millonarios, pero un negocio peligroso. Y un mal día un sicario de los narcotraficantes llegó y mató a toda la familia y lo único que quedó fue el perro y la sirvienta quien se escondió en un ropero.
En un mundo competitivo, Satanás puede poner tras de ti la jauría de la ambición, de tener sin mucho esfuerzo y el resultado es la cárcel, la muerte. La sociedad en que vivimos y aún la propia iglesia del Señor nos hace pensar que valemos por lo que tenemos y que la prosperidad material es sinónimo de la abundancia espiritual.

Este no es un concepto nuevo, ya que Jesús relató la experiencia del rico y el mendigo (Lucas 16) por la razón que los judíos estaban inclinados a pensar que la prosperidad material era una de las señales indefectibles de las bendiciones celestiales y al relatarles el fin feliz de un mendigo y el tormento de un rico insensato que no tuvo tiempo para hacer misericordia al pobre, saca a los materialistas judíos del error que lo material es estrictamente del cielo.

El énfasis que en los últimos tiempos se ha puesto en las cosas materiales, sin ningún balance, entre primeramente el reino de los cielos y en segundo lugar las añadiduras, me hace temer que Satanás esta tomando esto como una estrategia para que la fe decaiga cuando la prosperidad se acabe. Ciertamente que el Señor nos prospera en todo pero debemos tener en cuenta que nos acercamos a pasos agigantados a principios de dolores, donde el hambre y la escasez, las calamidades serán en el mundo entero, ¿y entonces a dónde quedará el amor a Cristo, si solo lo hemos conocido como proveedor de todos nuestros antojos? Debemos enseñar al mundo cristiano que él es el Señor en todo tiempo y situación y que el tesoro más grande que el cristiano ha encontrado es la salvación.

Si hay un tema del que habló Jesús abundantemente fue del dinero y en forma de advertencia, Jesús dijo a los que le seguían, “más ay de vosotros ricos, porque ya tenéis vuestro consuelo.” Lucas 6:24. También dijo “mirad, guardaos de toda avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee.” Lucas 12:15

Satanás conoce si en realidad el Señor está en primer lugar en tu vida, porque si detecta que las cosas materiales son lo primero, el enviará una jauría de tentaciones y ofertas en esa línea, para que tu caminar se desvíe y quedes enfrente del cazador de nuestras almas, Satanás. Jesús temió por nuestras vidas espirituales por eso una y otra vez advirtió a sus seguidores de los peligros de las cosas materiales diciéndoles, “donde está tu tesoro allí estará tu corazón.” Lucas 12:34

Podríamos hablar de muchas y variadas tentaciones que Satanás pone como una jauría detrás del siervo del Señor para acabar con su vida espiritual. Podríamos mencionar el orgullo, las calamidades físicas, económicas, pero el sexo y el dinero son las que con más frecuencia usa el enemigo en estos postreros días.

Las Aguas:
El ciervo perseguido brama por esas aguas en corriente, esa es su salvación. La palabra de Dios es nuestra salvación en esos tiempos difíciles donde el enemigo nos acorrala y recibimos consejos de uno y otro lugar, nos tiran salvavidas pero solo Jesús nos enseña a caminar sobre las aguas en la tempestad.

El agua de su palabra es vida y es luz, esperanza, es camino, es consuelo, es fuerza en nuestra debilidad, es protección al perseguido, es calma en medio de la tentación más voraz.

El gran reformador, Martín Lutero, confundido y angustiado buscó el peldaño que lo llevaría a la salvación pero no lo halló en las penitencias que hizo en Roma. El quería reconciliarse y ser limpio de sus pecados, pero solo consiguió la paz hasta que la palabra de Dios se hizo carne en su carne y hueso en sus huesos. “El justo por la fe vivirá” La jauría religiosa de los dogmas papales que le perseguía se perdió cuando este sincero fraile se sumergió en las aguas de la palabra.

“mi alma tiene sed de Dios, del Dios vivo:
¿Cuándo vendré y me presentaré delante de Dios…?”
En toda la angustiante persecución de David en los desiertos de Palestina, la sed física no era tan apremiante como la sed de Dios.
David sabía que en cuanto la presencia de Dios llenara su ser interior, toda aquella soledad y depresión se desvanecería y nada importaría los conflictos que tuviera que enfrentar, Dios le alentaría de tal manera que su lamento sería cambiado en gozo.

Paradigmas acerca de Dios
Los hombres tienen muchos diferentes dioses; tienen un dios tradicional, heredado de sus antepasados y nada importa si es bueno o malo, si es vivo o muerto, simplemente siguen la fe de los suyos. Otros tienen un dios histórico, pero David necesitaba un Dios vivo.

Los hombres tenemos la tendencia de hacer de Dios un Dios global. Lo visualizan como un Dios lejano, sentado en un trono allá en la inmensidad de los cielos. Otros piensan que Dios nos hizo y nos dejó en este mundo para que el hombre haga lo que pueda sin la ayuda de su Creador. Pero David estaba consciente del Dios personal que él tenía, ese a quien le llamó “Dios vivo”. Un Dios que habla y dirige, que exhorta, corrige, consuela, cuida, protege, etc.

Hace algunos años tuve una conversación con el Señor en un Aeropuerto de Guatemala. En un mes había tenido que dar un entrenamiento en Managua, Nicaragua, una reunión en Orlando, Estados Unidos y un compromiso de predicar en un Hotel de Guatemala. El último día cuando concluía con mis predicaciones salí sudorosa de ese lugar y un aguacero de verano me sorprendió antes de llegar donde estaba el automóvil que me llevaría al lugar donde estaba hospedada, pero antes pase por una clínica para orar por una persona conocida. Esto me llevó a estar muy enferma, con una neumonía que me hizo estar en cama por dos días; no podía respirar bien y la fiebre era muy alta, tan alta que empezaron las hemorragias nasales. Sí que me levante de la cama para tomar mi avión que me llevaba a mi país. Ya llegaba casi la navidad y mi familia me esperaba con ansias. Me dejaron en el aeropuerto, que estaba atestado de gente que viajaban desde el norte para todos los países de Centroamérica y entre esta multitud encontré al esposo de mi amiga Lelita, don Abelito. El me saludó asustado de ver mi condición con temperaturas muy altas, con una tos compulsiva y con un paquete de pañuelos desechables, tratando de detenerme la hemorragia nasal. De repente mencionaron mi nombre por el parlante y lo último que ó fue “…no hay campo para usted en estos días…” Esto me desplomó, me sentía enferma, lejos de mi hogar y a mi dios lo sentí muy lejos. Corrí como una niña desvalida a mi amigo Abelito y entre lágrimas le conté mi problema. El corrió y habló, amenazó, pero cuando el joven que le tocaba atenderme me vio en el estado en que estaba, me dijo,
_“no se preocupe señora, viajará con otros ticos que quedaron varados aquí…”

Me despedí de Abelito y me fui para la sala que me correspondía. En esa sala había siete personas en espera, me senté y el resentimiento y la ira vinieron a mí como una oleada:

-¿Cómo era posible, que yo estuviera en esa situación? Dije…
-Dios, estoy cansada de aeropuertos, estoy enferma y estoy vieja, ¿Por qué no levantaste a una mujer de Guatemala para que predicara, aquí que casi la mitad de la población conoce del evangelio?” A mi corazón llegó esa dulce voz de Dios, diciéndome,
-¡cálmate, yo te sano! Como un hilo de hielo se metió por mi nariz y yo me pregunté ¿cómo este hielo está pasando por mi nariz? Cuando llegué al aeropuerto mirando que no me cesaba la hemorragia nasal y que era todo un espectáculo, y la gente me miraba había apretado mi nariz para formar un coágulo de sangre, pero ahora ese hielo pasaba a través de mi nariz, bajaba a mis bronquios y pulmones, el aire frío abrió mis pulmones y pude respirar sin dificultad. La temperatura me bajó en segundos y me sentí totalmente sana. El Dios vivo había llegado, primeramente para sanarme y luego para enseñarme, consolarme y exhortarme:
-¡Hija!, me preguntó,
-¿Qué tiempo tiene la eternidad?

Yo lloraba y fue como si una cortina invisible me separara del mundo, estábamos El y yo, y él me hacía una pregunta. Yo le contesté,
-Señor a lo que yo sé la eternidad es infinita.
–Bien has dicho, quiero decirte que la boca del infierno aguardaba a una mujer que eternamente estaría en tormento, pero la palabra llegó por tu boca y fue salva.
Entonces yo lloraba aún más, avergonzada de mi actitud. El me siguió hablando,
-Me dices que estas vieja y cansada, ¿no sabes, que yo les he prometido que un día tendrán cuerpos glorificados sin las ataduras de este cuerpo? Me dices que estas cansada de los aeropuertos, pero yo te digo que vendrá el día en que solo con pensar donde quieres estar y allí estarás.

En esos días en mi país estaba temblando mucho y ese era el momento de preguntar,
-¿Señor, vendrá una catástrofe a Costa Rica? Y a mi pregunta el Señor se rió. El se rió en mí ser interior y su sonrisa recorrió todo mi ser, no será una risa de burla, era una tierna risa, como cuando uno de nuestros hijos pequeños nos interroga, preguntándonos ¿de dónde vienen los hermanitos? Y a mi interrogación, el Señor contestó,
Yo estaré contigo siempre. El me quiso decir con esta frase tan sencilla, no te importe lo que ha de venir, lo importante es que yo estoy contigo.

Los hombres en todo tiempo quieren conocer el futuro y algunos han perdido sus almas engañados por Satanás porque quieren conocer el futuro. Pero lo único que necesitamos es conocer al Dios vivo, que estará con nosotros hasta el fin.

Subía a un gran avión y la conversación con Dios continuó; él me señaló la creación, la obra de sus manos y cosas que fueron muy altas para mi entendimiento, solo para señalarme que aunque él era el autor de la creación, él tenía cuidado de una humilde evangelista en un aeropuerto de Guatemala.

Este es el Dios, el Dios vivo al cual clamó David en el desierto y él añadió: “¿cuándo vendré y me presentaré delante de Dios? Este es el que quiere que tú lo conozcas para que nunca sea cual sea tú circunstancia te encuentres solo.

¿Por qué te abates, oh alma mía,
Y por qué te turbas dentro de mí?
Espera en Dios; porque aún he de alabarle,
Salvación mía y Dios mío.

Presentante hoy delante de El y él te guiará y te consolará. Nada importa cual sea tu tormento, cuan amargo sea tu abandono, cuan terrible tu enfermedad, recuerda que él la conoce porque la llevó en la cruz del calvario y que por sus llagas fuimos curados.

En el libro del Evangelio de Juan (6:25-27), después de la multiplicación de los panes y los peces, la multitud siguió a Jesús, queriéndole hacer rey. No les impresionó tanto las señales de milagros, sanidades, pero esto de multiplicar las cosas materiales era lo que ellos necesitaban de un líder, de un rey, que pudiera multiplicar no solo el pan sino todo lo material que ansiaban sus corazones. Pero Jesús conocía sus pensamientos, y cuando fue interrogado por sus seguidores: “Señor ¿cuándo llegasteis acá? Respondió Jesús y les dijo: “De cierto, de cierto os digo que me buscáis, no porque habéis visto las señales, sino porque comisteis el pan y os saciasteis. Trabajad, no por la comida que perece, sino por la comida que a vida eterna permanece, la cual el Hijo del Hombre os dará…”

En estos días el hombre ha lanzado la carnada de las cosas que perecen, para atrapar a los cristianos almáticos que solo piensan en lo material y en la multiplicación de lo que perece. Aquí el Maestro nos habla de trabajar no tanto por lo que perece sino por lo que a vida eterna permanece. Tolo lo material que tienes en un solo día puede ser quitado porque esto esta predestinado a perecer. Por eso el Señor les reprochó por el bajo motivo de su búsqueda. No le buscan por la doctrina que les enseñaba para purificar sus almas. Le llamaron Maestro pero ellos no aprendieron sus enseñanzas sino que le siguieron por pan hasta saciarse y el pan fue gratis.

No debemos dejarnos dominar en estos días por maestros que tienen como base las cosas transitorias, corruptibles de este mundo. Busquemos con diligencia aquella agua que para vida eterna permanece, la cual nos la da Jesucristo, es la comida que nutre el Espíritu y dura para siempre; dice que se debe trabajar por ella. No porque la ganemos con esfuerzo propio, sino que debemos buscarla incesantemente mientras estemos en esta tierra.


Por Isabel de Cartín

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