noviembre 11
NO DEJES que circunstancia alguna te intimide. Mientras más desafiante sea tu día, más de mi poder pongo a tu disposición. Si tiendes a pensar que yo te capacito igual todos los días, no es así. Una de las primeras cosas que haces al despertar es evaluar las dificultades que esperas encontrar, midiéndolas con el metro de tu capacidad promedio. Este es un ejercicio no realista.
Yo sé todo lo que trae tu día y te capacito en relación con esa realidad. El grado al cual te fortalezco en un día dado está basado principalmente en dos variables: lo difícil de tu circunstancia y tu disposición a depender de mí para ayudarte. Trata de ver los desafíos del día como oportunidades para recibir más de mi poder que lo usual. Busca mi rostro para todo lo que necesitas y observa lo que haré. Tu fortaleza sea como el largo de tus días.
Alumbrando los ojos de vuestro entendimiento, para que sepáis cuál es la esperanza a que él os ha llamado, y cuáles las riquezas de la gloria de su herencia en los santos, y cuál la supereminente grandeza de su poder para con nosotros los que creemos, según la operación del poder de su fuerza, la cual operó en Cristo, resucitándole de los muertos y sentándole a su diestra en los lugares celestiales,
—Efesios 1.18–20
Recurran al SEÑOR y a su fuerza; busquen siempre su rostro.
—Salmo 105.4 (NVI)
Que los cerrojos de tus puertas sean de hierro y de bronce, que vivas protegido todos los días de tu vida.
—Deuteronomio 33.25 (NTV)






