No te agobies!

diciembre 19

NO TE SIENTAS AGOBIADO por la confusión en tu vida: esa cantidad de pequeñas tareas por hacer en algún momento sin un orden determinado. Si dedicas demasiada atención a estas pequeñas cosas, tratando de quitártelas del camino vas a descubrir que son interminables y que te pueden consumir mucho más tiempo del que puedes dedicarles.

En lugar de tratar de hacer todo ese trabajo de una sola vez, escoge la que se requiere que atiendas hoy y las demás ponlas en el fondo de tu mente para que así yo pueda permanecer en el frente de tu conciencia. Recuerda que tu meta final es vivir cerca de mí y reaccionar a mis iniciativas. Podré comunicarme rápidamente contigo cuando tu mente esté despejada y haya regresado a concentrarse en mí. Busca mi rostro a lo largo de este día. Deja que mi Presencia traiga orden a tus pensamientos, poniendo paz en tu ser entero.

Encomienda a Jehová tus obras, y tus pensamientos serán afirmados.

—Proverbios 16.3

Más bien, busquen primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas les serán añadidas.

—Mateo 6.33 (NVI)

El deleite del Señor

Cuando los discípulos le dijeron a Jesús: “Señor, enséñanos a orar” (Lucas 11:1), era porque en realidad ellos querían aprender a orar de tal forma que le agradara. Así también, a muchos cristianos les encantaría ser fieles en la oración, pero no saben cómo. Debido a que ellos simplemente no comprenden el propósito vital de la oración, no mantienen una vida de oración significativa.

Muchos cristianos oran por obligación, pensando que es algo que se “debe” hacer. Otros oran solamente en tiempos de crisis o tragedia. Pero es importante entender que mientras que, por un lado, la oración es para nuestro propio beneficio, por otro lado, ¡también es para el deleite del Señor! Sin estos dos elementos, no tenemos el fundamento para edificar una vida de oración.

No solamente debemos interceder por las cosas que necesitamos, sino que debemos pedir por las cosas que Él desea. Y su deseo más profundo es pasar tiempo con nosotros, en intimidad y comunión.

“No os afanéis por vuestra vida, qué habéis de comer o qué habéis de beber; ni por vuestro cuerpo, qué habéis de vestir…Mirad las aves del cielo…vuestro Padre celestial las alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que ellas?” (Mateo 6:25-26).

“Porque…vuestro Padre celestial sabe que tenéis necesidad de todas estas cosas. Mas buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán añadidas” (6:32-33, énfasis añadido).

Dios nos está diciendo: “Cuando vengas a mi presencia, enfoca tu atención en pasar tiempo conmigo, en llegar a conocerme. No dejes que tu enfoque sea en cosas materiales. Yo sé cuáles son tus necesidades; y Yo me encargaré de todas ellas. ¡Sólo búscame y disfrutemos de una dulce comunión!”

El tipo de oración que más le agrada a Dios es muy simple y fácil de entender; es tan simple, de hecho, que un niño pequeño puede orar en una manera que le agrade a Él.

Por David Wilkerson

Una segunda oportunidad

“Y vio Dios lo que hicieron, que se convirtieron de su mal camino; y se arrepintió del mal que había dicho que les haría, y no lo hizo.”

‭‭Jonás‬ ‭3:10‬ ‭RVR1960‬‬

http://bible.com/149/jon.3.10.rvr1960

Puede ser que te encuentres en medio del tumulto de la ciudad o en la quietud de la montaña, Su presencia será tu delicia y durante ese encuentro descubrirás que Su amor te brindará una nueva oportunidad.

Al igual que Jonás, descubrí que la presencia es mayor que las circunstancias. También aprendí que el corazón del hombre es el único muro que oscurece el resplandor de Su presencia. Pero también pude entender que para la dureza del alma, Dios tiene la medicina y es el quebrantamiento. Cuando estamos dispuestos a admitir nuestro error, la tibia presencia del Padre vuelve a revelarse en gracia hacia nosotros.

¿Quieres vivir más intensamente en la presencia de Dios? Entonces no rehúses ser confrontado con la verdad. ¿Anhelas subir a una dimensión más alta? Pues debes cruzar el estrecho puente que lleva al corazón a rendirse. ¿Estás quejándote de una “cárcel” de la quieres salir? ¿Por qué no escuchar Su tierna voz apuntando al secreto de tu corazón?

¿Estás huyendo a Tarsis? ¿Estás llorando porque no percibes a Dios? ¿No lo has oído? Está gritando en las olas y silbando en el viento. Su ojo te sigue y su alma te extraña. No te extrañes si de camino te sorprende Su Amor…

Jesus está contigo en toda circunstancia!

«Cuando pases por las aguas, yo estaré contigo; y si por los ríos, no te anegarán. Cuando pases por el fuego, no te quemarás, ni la llama arderá en ti.» Isaías 43: 2. No hay ningún puente: hemos de pasar por las aguas, y sentir el ímpetu de las corrientes. La presencia de Dios en toda inundación es mejor que cualquier trasbordador. Hemos de ser probados, pero saldremos triunfantes, pues el propio Jehová, que es más poderoso que las muchas aguas, estará con nosotros. Él podría parecer alejado de Su pueblo en otras circunstancias, pero de seguro estará con ellos en las dificultades y en los peligros. Las aflicciones de la vida podrían alzarse a una extraordinaria altura, pero el Señor estará a la altura de cualquier ocasión. Los enemigos de Dios podrían poner peligros de su propia hechura en nuestro camino, es decir, persecuciones y crueles mofas que son como un ardiente horno de fuego. ¿Qué pasa entonces? Pasaremos por los fuegos. Estando Dios con nosotros, no nos quemaremos; no, ni siquiera el olor del fuego se nos impregnará. ¡Oh, la maravillosa seguridad del peregrino nacido del cielo y destinado al cielo! Las muchas aguas no lo ahogarán, ni los fuegos lo quemarán. Tu presencia, oh Señor, es la protección de los santos frente a los múltiples peligros del camino. He aquí, en fe me entrego a Ti, y mi espíritu entra en el reposo. La Chequera del Banco de la Fe. Traducción de Allan Román

Que el enemigo no te intimide!

diciembre 3

QUE NO TE SORPRENDAN los violentos ataques en tu mente. Cuando te esfuerces por encontrarme y vivir en mi paz no te dejes desalentar. Estás en medio de una guerra generalizada, espiritualmente hablando. El maligno aborrece tu cercanía conmigo y sus huestes demoníacas están decididas a destruir nuestra intimidad. Cuando te encuentres en lo más recio de la batalla, clama, diciendo: «¡Jesús, ayúdame!» En ese mismo instante, la batalla pasará a ser mía. Tu función es, simplemente, confiar en mí mientras peleo por ti.

Mi nombre, usado apropiadamente, tiene un poder ilimitado para bendecir y proteger. Al final de los tiempos, todos se arrodillarán tanto en el cielo, como en la tierra, y debajo de la tierra. Personas que han usado el nombre «Jesús» como una palabra mágica de pacotilla se desplomarán de terror en aquel pavoroso día. Pero todos los que han vivido cerca de mí al pronunciar confiadamente mi nombre serán llenos de una gran alegría. Esta es tu gran esperanza mientras esperas mi retorno.

Porque no tenemos lucha contra sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los gobernadores de las tinieblas de este siglo, contra huestes espirituales de maldad en las regiones celestes.

—Efesios 6.12

Todos los que están aquí reconocerán que el SEÑOR salva sin necesidad de espada ni de lanza. La batalla es del SEÑOR, y él los entregará a ustedes en nuestras manos.

—1 Samuel 17.47 (NVI)

Por lo tanto, Dios lo elevó al lugar de máximo honor y le dio el nombre que está por encima de todos los demás nombres para que, ante el nombre de Jesús, se doble toda rodilla en el cielo y en la tierra y debajo de la tierra.

—Filipenses 2.9–10 (NTV)

Ustedes aman a Jesucristo a pesar de que no lo han visto; y aunque ahora no lo ven, creen en él y se llenan de una gran alegría, porque están obteniendo su salvación que es la meta de su fe.

—1 Pedro 1.8-9 (NBD)

Jesus, nuestro príncipe de paz

diciembre 2

YO SOY EL PRÍNCIPE DE PAZ. Como dije a mis discípulos te lo digo a ti: La paz sea contigo. Como soy tu compañía constante puedes contar con mi paz en forma permanente. Mientras mantengas tu concentración en mí podrás experimentar mi Presencia y mi paz. Adórame como Rey de reyes, Señor de señores y Príncipe de paz.

Para que mis planes se hagan realidad en tu vida, necesitas mi paz en todo momento. Es posible que a veces te sientas tentado a tomar un atajo para alcanzar la meta lo antes posible. Pero si eso requiere volverle las espaldas a mi Presencia pacificadora, deberás decidirte por la ruta regular, aunque te resulte más larga. Anda conmigo por los caminos de paz; disfruta tu caminar en mi Presencia.

Porque un niño nos es nacido, hijo nos es dado, y el principado sobre su hombro; y se llamará su nombre Admirable, Consejero, Dios Fuerte, Padre Eterno, Príncipe de Paz.

—Isaías 9.6

Al atardecer de aquel primer día de la semana, estando reunidos los discípulos a puerta cerrada por temor a los judíos, entró Jesús y, poniéndose en medio de ellos, los saludó. -¡La paz sea con ustedes! Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Al ver al Señor, los discípulos se alegraron. -¡La paz sea con ustedes! -repitió Jesús-. Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes.

—Juan 20.19–21 (NVI)

Muéstrame la senda correcta, oh SEÑOR; señálame el camino que debo seguir.

—Salmo 25.4 (NTV)

La paz os dejo, mi paz os doy; yo no os la doy como el mundo la da. No se turbe vuestro corazón, ni tenga miedo.-Juan 14:27

Se agradecido!

noviembre 22

UNA ACTITUD AGRADECIDA abre las ventanas de los cielos. Las bendiciones espirituales descienden libremente sobre ti a través de esas vías que te llevan a la eternidad misma. Es más, mientras alzas tu mirada con un corazón agradecido obtienes chispazos de gloria a través de tales ventanas. Es cierto que todavía no puedes vivir en el cielo pero puedes experimentar anticipos de tu hogar final. Tales muestras de las realidades celestiales están llamadas a revivir tus esperanzas. La gratitud te dispone favorablemente a estas experiencias que proveen razones más que suficientes para estar agradecido. Así, tu camino se transforma en una espiral ascendente, siempre aumentando en felicidad.

La gratitud no es una suerte de fórmula mágica; es el lenguaje del amor que te capacita para mantener una comunicación íntima conmigo. Una mente agradecida no implica una negación de la realidad con su plétora de problemas sino un regocijarse en el Señor y alegrarse en el Dios que te salva en medio de las pruebas y tribulaciones. Yo soy tu amparo y tu fuerza, tu pronta ayuda en tiempos de tribulación.

Aunque la higuera no florezca, ni en las vides haya frutos, aunque falte el producto del olivo, y los labrados no den mantenimiento, y las ovejas sean quitadas de la majada, y no haya vacas en los corrales; con todo, yo me alegraré en Jehová, y me gozaré en el Dios de mi salvación.

—Habacuc 3.17–18

Dios es nuestro amparo y nuestra fortaleza, nuestra ayuda segura en momentos de angustia.

—Salmo 46.1 (NVI)

Guarda silencio y espera en El

noviembre 9

GUARDA SILENCIO CONMIGO, dejando que todos tus temores y preocupaciones suban a la superficie de tu conciencia como burbujas. Allí, en la luz de mi Presencia esas burbujas estallarán y desaparecerán. Sin embargo, algunos temores vuelven a aparecer vez tras vez, especialmente aquellos que tienen que ver con el futuro. Es posible que tiendas a proyectarte mentalmente hacia el día siguiente, la semana siguiente, el mes y el año que vienen, incluso la próxima década. Y te visualizas pasando dificultades. Pero lo que estás viendo es una imagen falsa porque en ella yo no estoy incluido. Esos tiempos sombríos que te imaginas no ocurrirán porque mi Presencia está contigo en todo tiempo.

Cuando una preocupación a futuro te quiera atrapar, atrápala tú primero, desactívala al expandir la luz de mi Presencia en esa imagen mental. Háblate, diciendo: «Cristo Jesús estará conmigo entonces y allí. Con su ayuda enfrentaré lo que sea». Luego, reintégrate al momento presente donde podrás disfrutar de paz en mi Presencia.

Dijo luego a sus discípulos: Por tanto os digo: No os afanéis por vuestra vida, qué comeréis; ni por el cuerpo, qué vestiréis. La vida es más que la comida, y el cuerpo que el vestido. Considerad los cuervos, que ni siembran, ni siegan; que ni tienen despensa, ni granero, y Dios los alimenta. ¿No valéis vosotros mucho más que las aves? ¿Y quién de vosotros podrá con afanarse añadir a su estatura un codo? Pues si no podéis ni aun lo que es menos, ¿por qué os afanáis por lo demás?

—Lucas 12.22–26

Sean fuertes y valientes. No teman ni se asusten ante esas naciones, pues el SEÑOR su Dios siempre los acompañará; nunca los dejará ni los abandonará.

—Deuteronomio 31.6 (NVI)

Destruimos todo obstáculo de arrogancia que impide que la gente conozca a Dios. Capturamos los pensamientos rebeldes y enseñamos a las personas a obedecer a Cristo.

—2 Corintios 10.5 (NTV)

Una segunda oportunidad!

Noviembre 4

Puede ser que te encuentres en medio del tumulto de la ciudad o en la quietud de la montaña, Su presencia será tu delicia y durante ese encuentro descubrirás que Su amor te brindará una nueva oportunidad.

Al igual que Jonás, descubrí que la presencia es mayor que las circunstancias. También aprendí que el corazón del hombre es el único muro que oscurece el resplandor de Su presencia. Pero también pude entender que para la dureza del alma, Dios tiene la medicina y es el quebrantamiento. Cuando estamos dispuestos a admitir nuestro error, la tibia presencia del Padre vuelve a revelarse en gracia hacia nosotros.

¿Quieres vivir más intensamente en la presencia de Dios? Entonces no rehúses ser confrontado con la verdad. ¿Anhelas subir a una dimensión más alta? Pues debes cruzar el estrecho puente que lleva al corazón a rendirse. ¿Estás quejándote de una “cárcel” de la quieres salir? ¿Por qué no escuchar Su tierna voz apuntando al secreto de tu corazón?

¿Estás huyendo a Tarsis? ¿Estás llorando porque no percibes a Dios? ¿No lo has oído? Está gritando en las olas y silbando en el viento. Su ojo te sigue y su alma te extraña. No te extrañes si de camino te sorprende Su amor…

En la carcel del corazón!!

“En la cárcel de corazón”

Si alguien podía sentirse maltratado por la vida y las circunstancias, ese debió ser Jonás. Si alguien podía llorar el peso de los problemas era él. Si alguien podía creerse lejos de Dios, ese era Jonás. ¿Qué hubieras hecho en su lugar? Muchos dejamos de asistir a la iglesia, otros culpamos a Dios por las  extrañas cosas que nos han pasado. Argumentamos: “¿Cómo puedo seguirte Señor bajo circunstancias tan duras?”

A menudo los hijos de Dios encontramos en las circunstancias la razón para no vivir una Amistad profunda con Él. “Mi trabajo es terrible”, “El ambiente de mi barrio no me lo permite”, “Si usted viviera en mi casa sabría por qué es tan difícil tener comunión con Dios”.

Estas y algunas otras son las excusas que ponemos para intentar evitar el compromiso de amor hacia Dios. Tu jefe gruñón, tu esposo inconverso o tu hijo rebelde no son el problema. Tampoco lo son la rutina esclavizante del hogar y los niños. No es tu familia ni tu cultura. Tales cosas perecieran ser cárceles, pero el muro que hay entre tu Padre celestial y tú no lo constituyen los ladrillos del lugar, el tiempo y el espacio.

¿Te sientes acorralado por alguna situación? ¿Estás preguntándole al Señor el porqué de las limitaciones? Estás orando: “¡Señor, sácame de aquí! ¿Dónde estás? ¿Por qué no cambias las cosas?” Entonces te encuentras en la misma situación que Jonás y yo debimos atravesar: el puente de la confrontación.

El ser humano necesita la confrontación para descubrir lo que hay en su corazón. Una vez descubierto su secreto tiene la opción de endurecerse o quebrarse, si escoge lo segundo encontrará la liberación del alma.

El profeta se ofrece a Dios nuevamente y en su oración de consagración afirma: “Pagaré lo que prometí”.

¿Qué promete un profeta? Promete decir lo que Dios le diga, hacer lo que Él le indique e IR ADÓNDE QUIERA QUE LE ENVÍEN.

Es allí, en ese lugar de consagración, que el hombre encuentra a Dios y halla su paz. Cuando el capítulo dos del libro de Jonás comienza, la historia se repite como si el primer capítulo no hubiese existido. Con la salvedad de que en esta ocasión Jonás corre en la dirección correcta… sigue el dedo de Dios.